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Historia de Navidad

Campaña de Navidad 2016.

La Historia de Navidad de Javier, cliente y amigo.

En  vísperas de la Navidad de hace unos años,  noté como   iba aumentando en mí la desazón conforme se iba acercando la fecha escogida por mi familia para comer juntos. Tenemos por costumbre entre los hermanos aportar alguna exquisitez que complemente el plato fuerte que cocina mi madre y  no saber qué llevar era el motivo de mi desazón.

Por aquél entonces, habían empezado a cambiar las cosas y mi situación económica no me permitía mantener el listón al que había malacostumbrado a mi familia.

La primera intención fue el acercarme al hipermercado en busca de alguna cosa bien presentada que diera el pego, pero el recuerdo de ese cuñado  “entendidoenvinos” que tenemos todos y que no pierde ocasión para dejarnos en evidencia, me hizo desistir de la idea.

Volví como un corderito al mercado y me dirigí al puesto de Antonio.

-Antonio, buenos días.

-Pero Javier ¿todavía por aquí?, ¿no deberías estar ya de camino?

-Sí, pero me falta el presente. Necesito llevar algo bueno, que sorprenda pero… ya sabes.

-Vale, vale, entendido. Mmmm ¿que tenemos por aquí? ¡CHORIZO!

-¿¿Chorizo??

-Sí, escucha. Tú sabes que me gusta visitar a mis proveedores con frecuencia para conocer a fondo los productos que os ofrezco. Pues,  precisamente la semana pasada, he podido ver como se elabora este chorizo. Las mejores piezas del cerdo ibérico, presa, pluma, secreto…, todas están en este chorizo, no le añaden tocino y el aderezo está al mismo nivel que la materia prima, el pimentón es de la Vera y el ajo de Vallelado, ambos con calidad diferenciada reconocida. Nadie podrá decirte que lo ha probado mejor.

Así que allí estaba yo, en casa de mis padres, con mi chorizo loncheado entre los demás platos. El éxito entre el público infantil no se hizo esperar, las manos de mis sobrinos que no dejaban de ir y venir entre correteos, me obligaron  a reponerlo varias veces antes de que nos sentáramos a la mesa. Pensé, que entre tanto plato de aprendiz de chef, sus mentes tan faltas de experiencia, sólo identificaban al chorizo como alimento.

De pronto mi cuñado se acercó al plato, lo miró detenidamente, cogió una tapa, se la acercó a la nariz, la introdujo en la boca y masticó lentamente con los ojos cerrados. Yo, que no había dejado mientras tanto de observarle,  me quedé rígido cuando abrió los ojos y los dirigió hacia mí. Al momento dijo:

-Javier, cuando vuelvas a traer chorizo “ABUNDIO” me avisas que incluya en la carta de vinos alguno que le haga maridaje.

Esto dio paso a varios minutos de conversación en los que no dejaban de caer halagos sobre el chorizo y mi acertada elección.

Sobra decir que el concepto que tenía hasta entonces de mi cuñado sufrió ligeros cambios y que el chorizo “ABUNDIO” se ha convertido en algo tradicional en nuestras comidas familiares. Tanto es así, que  aún estando seguro de que los más pequeños no saben ni cómo me llamo, todos saben que soy su tío el del chorizo “ABUNDIO”.

                ¡Feliz Navidad para todos!

 


 
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